domingo, 5 de marzo de 2017

¿Cómo llamas tú a los tranchetes?

No es el mismo. En realidad no lo recuerdo, pero estoy segura de que ahora mira hacia otro lado. Tampoco es la misma, también ha cambiado. La recuerdo. De las que pesan, de las de antes, de las que después se llevan a la casa del pueblo. No digo nada de nosotros. No digo nada. Y menos de nosotros.

No consiste en ver la película, consiste en alargar una serie. Para que no termine. Por si termina. Tardaron en poner la segunda parte, tardamos en hacer nuestra segunda parte. Buscan a un pez de otro color, buscamos el final que no se dio.

Es la misma. Sigue ahí. Entre el camino que va a tu casa y el recorrido que lleva a la mía. Ahora puedo ir andando, aunque hayan tenido que pasar siete años para lograrlo. Las hay que no cambian. Mi cama, mi facultad y mi tú. Todo igual. Y suena igual de feo que antes.

Dos paradas más de metro, todavía no hay cobertura, yo ya no bebo sangría. Tenías razón. Ha ganado la cerveza. Empezaba contigo y acababa en ti. Siempre fue mejor cuando estabas pero ahora es mejor porque estás.

De madrugada, pasta

Había tiempo para cocinar, el frigorífico solía estar lleno y las patatas siempre se ponían malas. Daba igual que fuera martes, miércoles o viernes. Daba igual que fuéramos tres, o cuatro, a veces incluso ocho. Nuestra garito favorito era nuestro garito favorito.

Por cada día de la semana una oferta y por cada bolsa de Lays Vinagreta, una sonrisa. Era mejor cuando no dolía. Eras mejor cuando no lo hacías. Cómo no vas a volver si ya se han cansado de esperar. No le busques el interrogante.

La casa de los juegos. Los juegos de beber. Las bebidas con alcohol. El alcohol con amigos. Y los amigos, amigos. Se trataba de cuidarse. La hacíamos para quedarnos. Nos quedábamos para hacerla. Atún. Salchichas. Eso aún está por decidir, pero siempre queso en polvo. Sabe mejor así.

En compañía. Con el tomate frito decorando nuestras mejillas, yendo a clase por las tardes y no escribiendo para gustar. Aunque sea marzo y haga frío. Aunque el timbre nunca sea para ti. Aunque haga ya mucho tiempo que no tenemos pasillo.