martes, 24 de noviembre de 2015

Lo demás ya lo he olvidado

Que me haga saber que existen las segundas oportunidades y que las segundas oportunidades merezcan la pena. Que no sepa qué es eso de la pena. Y si lo sé, que se vaya lo más rápido que pueda. Tan rápido como lo lento que se me haga el tiempo que estoy a su lado.

Que sea capaz de escribirle sin importarme si es un buen momento, que me invite a su ciudad sin que sea la más bonita del mundo, que sonría al recordarme y que me recuerde siempre sonriendo.

Que sepa que no me gusta el cine y me pida que vayamos juntos, que me bese por las noches y me abrace por las mañanas. Que no me haga pensar y si no puedo dormir, que sea porque él está tumbado a mi lado. Y que ronque. Es más, que me haga usar tapones para los oídos.

Pero sobre todo que me moleste. Que me moleste hasta el punto de pedirle que me deje en paz de una vez por todas. Y que entonces me sonría. Poco más. Que se presente en casa sin avisar, que me haga escribir mal, que avise cuando se vaya y que duela cuando no esté.

miércoles, 18 de noviembre de 2015

Cuestión de viento

Un portátil sin antivirus, el casquillo de la luz de mi habitación roto y un enorme hueco en la pared. De las cosas que me has dejado me quedo con la primera camiseta, la tolerancia y con la vuelta de un viaje a Burgos que jamás pensé que acabase así.

De las que te has llevado me gustaría recuperar alguna. La sonrisa con el mensaje de buenos días, los pies fríos bajo el edredón y las series en la cama. Qué raro va a ser lo de no bailar con la banda sonora de 'Orange Is The New Black', pero más lo es pasear por el Retiro sin poder decirte que te bajes de casa.

Es curioso encontrarte cuanto estoy aterrorizada por hacerlo y que no existan las casualidades el día que más ganas he tenido de verte. Porque, ahora sí, puedo decir que sé lo que es tener ganas de ver a alguien. Lo de antes, puro capricho.

Y es que ayer lavé todo lo que me devolviste y no hay forma de que deje oler a tu casa. Sí que he guardado casi todos tus regalos debajo de la cama, pero no he sido capaz de tirar tu cepillo de dientes. Qué sé yo. Que hoy dan 'Top Chef' y no lo estoy viendo, pero no dejo de pensar en lo importante que es que muestren cómo se pocha la cebolla.

lunes, 9 de noviembre de 2015

De cuando estábamos pero no éramos

Tiene los pies más fríos del mundo y las manos de chico más delicadas que he visto. La risa con la que me dormiría cada noche y, sin embargo, no soy capaz de pegar ojo. La espalda sobre la que siempre me tumbaría y los ojos que más vergüenza me da mirar.

Si no fumaras, serías perfecto, le digo a veces. Y es mentira, porque me encanta verle fumar. Sobre todo sentir cómo se mueve todo su pecho al dar una calada de las que evitan que un cigarro se apague. Así quiero que sea esto. No quiero que se apague.

Me gusta que me espere escuchando música. Que esas canciones queden como suyas. Que cada vez que las escuche me dibujen una sonrisa en la cara. Que no le guste nada de lo que escucho yo y, aun así, quiera bailar conmigo. Que me mire justo antes de terminar de cerrar la puerta de su habitación.

Quererle hasta que sepa hacerlo bien. Tenerle hasta que no pueda soltarle. Y recordarle hasta que deje de doler.

jueves, 5 de noviembre de 2015

Turno de ocho horas

Sí, ya se que he hablado muchas veces de él, pero ahora seguramente lo haga mucho más. Exacto. El mapa de los países visitados. Ya no es nada nuestro. Esta noche he señalado en los que estuve sin ti y la verdad es que lo he destrozado. En realidad es una mierda de mapa. Choca con el gotelé y he levantado todo el dibujo. Ni siquiera sé cómo conseguí rascar las zonas de Portugal, España, Francia y Hungría. 

Pero bueno, que hoy casi borro del mapa a Inglaterra y Alemania. Porque si Pamela dice que nos han educado para saber esperar y que es una putada, yo paso de hacerlo. Hace ya un par de años que entró en mi vida una de las personas de las que más he aprendido. Y a veces le escribo lo feliz que soy por tenerla de amiga. Me escucha cuando tiene que hacerlo y me hace reír con sus miles de historias, consiguiendo que deje de pensar en los días vacíos que me has dejado.

Por supuesto, todavía tengo el macuto lleno de cosas. Supongo que lo vaciaré cuando me haga falta usarlo. No sé dónde meterlas. Más bien no sé dónde meterte. Esta vez sí que pagaría por que alguien limpiara mi habitación y que se llevara hasta el dibujo hecho con carboncillo de nuestra primera foto juntos. Nunca quise casarme en una iglesia, pero sonreía con la idea de poder echarme una foto delante de la de su pueblo. Ya ves. Hay sueños que se transforman en pesadillas, pero hoy no me apetece dormir.