domingo, 25 de marzo de 2012

Sonríe.

Por el lado contrario, años de admiración, risas, amor y protección. Creció junto a ella, admirando cada paso que daba, cada decisión, cada día que salía a trabajar, a luchar. La miraba y pensaba que nunca tuvo una vida fácil, que en los últimos años sólo la había visto sufrir, aunque disimulara, aunque lo ocultara.

Muchos días se iba a la habitación y volvía a ver si ya se había dormido, a ver si ya descansaba. Lo hacía, a ratos, cuando podía, cuando escapaba. Por fin el rumbo de su vida parecía cambiar un poco, al fin las cosas empezaban a ir bien, todos a su alrededor se recuperaban, entonces decidió irse.

Se fue, con todo el dolor de su corazón, pero se fue. Sabía que los primeros meses serían los más difíciles pero que seguramente algún día la vida le compensaría. O al menos eso esperaba.

Y ya pueden pasar las horas, los días, las semanas, algún mes, que en cada reencuentro no hay nada mejor para ella que verla sonreír, que verla feliz. Y se volverá a ir, pero siempre con la esperanza de que a la vuelta ella sea un poquito más feliz porque no hay nadie en este mundo que lo merezca más. No hay nadie más.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Paredes extraordinarias

Después de varios viajes se encontró allí, en un nuevo sitio, una nueva cultura, una nueva forma de hacer las cosas. Otra ciudad. Ciudad que se esforzó por recorrer en los días que estuvo y que sin apenas esforzarse logró  sentir tan dentro que se iría con la necesidad de volver.

Anda por sus calles y mira todo a su alrededor, sus paredes transmiten historia, sensaciones, lágrimas, dolor, esperanza. Ciudad llena de historia que aprendió de sus errores y se convirtió en una maravilla. Ciudad que toca hondo en los corazones. Ciudad que nunca olvidarás.

Van avanzando los días y el tiempo se le escapa de las manos, las horas pasan rápido, la noche llega enseguida, pero no quiere dejar de recorrerla, de respirarla, de admirarla. A veces llega a estar tan fuera del mundo y tan dentro de ella que escucha las agujas del reloj de su muñeca.

 Nunca lo había escuchando entre tanto ruido, nunca había estado tan fuera, nunca había olvidado nada en los lugares donde estuvo. Pero esta vez quedó allí su pijama. Otro motivo para volver.